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La Placa Ibérica

La Península Ibérica es la parte emergida de una antigua placa tectónica, la Placa Ibérica. De dimensiones modestas, la Placa Ibérica está situada al norte de la Placa Africana y actualmente está soldada a la Placa Europea. Su configuración geológica es el resultado de las interacciones de estas dos placas mayores desde hace unos 200 Ma, es decir, durante el ciclo Alpino (ver acontecimientos geológicos).

Los Pirineos, que unen la península con el continente europeo, son el resultado de la colisión entre las placas continentales de Iberia y de Europa y conservan el registro sedimentario y tectónico de la historia de los bordes de ambas. La Cadena Costera Catalana y la Cordillera Ibérica reflejan el acercamiento entre la Placa Africana y la Ibérica. La Cuenca del Ebro es la depresión que se extiende entre la Cordillera Pirenaica, la Cadena Costera y la Cordillera Ibérica y almacenó, en los sedimentos que la rellenan, el registro de los principales acontecimientos que tuvieron lugar durante la formación del conjunto de las cadenas de montañas que la delimitan. Por levante, el Sistema Mediterráneo (el conjunto de las sierras y depresiones costeras) ha registrado la apertura del Surco de Valencia y del Golfo del León. Este contexto geodinámico particular ha determinado en el pasado, y continúa determinando en el presente, la extraordinaria diversidad geológica que caracteriza la Península Ibérica, su situación geográfica actual y la que tendrá en el futuro geológico.