Estas transformaciones no sólo se producen en situaciones de altas temperaturas y de fusión de nieve, si no también debido al viento, las bajas temperaturas, la insolación, etc. Bajo estos condicionantes los cristales de hielo modifican sus caracterÃsticas iniciales de tamaño y forma.
Como resultado de las sucesivas nevadas y de los mencionados cambios tenemos un manto nival formado por diversas capas estratificadas.
Según las caracterÃsticas de las sucesivas capas y la evolución general del manto, éste puede presentar menor o mayor inestabilidad y en caso de ser esta acusada puede desencadenarse un alud.
Se entiende por alud el desprendimiento de una masa de nieve, de dimensiones y recorrido variable, en una pendiente.
Según el grado de cohesión y el estado fÃsico de la nieve, el tipo de alud será diferente. Una clasificación sencilla es la que distingue tres tipos de aludes principales:
Se producen durante o poco después de intensas nevadas.
En este tipo de aludes pueden ser de nieve seca (cuando las temperaturas durante la nevada son netamente inferiores a los 0ºC) o de nieve húmeda (nevadas con temperaturas próximas a los 0ºC).
El desencadenamiento de un alud de nieve reciente se produce debido a una pérdida de cohesión de la capa superficial ya sea por sobrecarga o por un aumento de la temperatura durante o poco después de la nevada.
Los aludes de nieve seca se conocen también como aludes de nieve polvo que se producen durante las épocas más frÃas del invierno y que debido a su gran velocidad pueden llegar a ser muy destructivos.
Ver algunos ejemplos de aludes de nieve reciente
Su origen radica en la fusión del manto nival cuando la temperatura del aire supera claramente los 0ºC o en caso de lluvia.
Son los tÃpicos aludes de primavera, posiblemente los más conocidos, a pesar de que en ocasiones se pueden producir en pleno invierno en periodos de elevadas temperaturas.
Se caracterizan por una nieve húmeda y pesada. Su velocidad de desplazamiento es lenta aunque no por esto dejan de ser peligrosos. En ocasiones, puede verse involucrado todo el manto hasta llegar al suelo, arrastrando rocas, árboles, arbustos, etc. En este caso hablamos de aludes de fondo.
Ver algunos ejemplos de aludes de fusión
Se producen por la existencia de discontinuidades en el si del manto nivoso. El resultado es el deslizamiento de las capas superiores, aparentemente estables, sobre capas de baja cohesión o sobre superficies de rehielo.
Un caso particular de aludes de placa son las placas de viento, capas duras pero frágiles formadas por la acumulación de nieve transportada por el viento en zonas de barlovento. En general la existencia de cornisas de nieve son un indicio de la existencia de placas vertiente abajo, a pesar de que no se trata de una condición imprescindible. Las placas tienen un aspecto particular con un color blanco mate, de forma lenticular, en su paso por encima se emite un caracterÃstico sonido (parecido al chirriar) y los bastones de esquà o el piolet se clavan muy bien. Estos aludes suelen producirse en vertientes abiertas, sobretodo en zonas convexas, y a menudo por el paso de una persona.
La fragilidad de las placas y la desunión con las capas inferiores hacen que éstas actúen como trampa para excursionistas y esquiadores, el sobrepeso de los cuales al pasar por encima, actúa como factor desencadenante del alud.
Los aludes de placa son los que provocan más accidentes en este colectivo: el 70% de los accidentes son debidos a placas de viento (datos entre 86-87 y 96-97). Este tipo de aludes se pueden producir a lo largo de toda la temporada, siendo más peligrosos durante las épocas más frÃas del invierno.
Ver algunos ejemplos de aludes de placa |  VÃdeo de un alud de placa (1,86 MB)
Hay que planificar el itinerario antes de salir de casa. Los principales aspectos a tener en consideración son los siguientes:
Antes de salir no hay que olvidar el material básico de seguridad para cada integrante del grupo: ARVA (aparato de búsqueda de vÃctimas de aludes), pala y sonda.
Hay que informar del itinerario a seguir a familiares, amigos o guardas de refugio, ya que en caso de accidente se facilitarÃa la búsqueda.
Antes de iniciar el recorrido pondremos en modo de emisión el ARVA a pesar de que tengamos la sensación de que no hay peligro.
En el transcurso de nuestro itinerario habrá que estar atentos a los elementos que puedan favorecer el desencadenamiento de aludes (estado del manto nivoso, caracterÃsticas del terreno, evolución del tiempo). En todo momento hay que tener una opinión formada sobre los siguientes aspectos:
En caso de nevadas recientes hay que tener en cuenta:
A pesar de todo, factores como el viento, la temperatura ambiente y el estado de la nieve vieja, pueden hacer que, con tan sólo 10-20 cm de nieve reciente, la situación sea crÃtica. La profundidad de la nieve reciente la podemos controlar clavando el bastón hasta llegar a las capas más duras de nieve vieja.
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Hay que detectar las capas inestables dentro del manto para controlar las posibles placas de viento. Clavando el bastón notaremos las capas inferiores más blandas que las superiores. Los ruidos sordos ("woum"), que a veces oÃmos bajo nuestros pies, son sÃntomas inequÃvocos de inestabilidad, asà como fisuras en el manto. El aspecto regular y homogéneo de una sobreacumulación, el color blanco mate y los chirrios que se oyen al clavar el piolet o los crampones son indicios de la presencia de placas de viento.
La observación de caÃdas espontáneas de aludes durante la excursión, sean del tipo que sean, son una importante señal de alarma que no podemos ignorar.
En situaciones de calor, hay que controlar el grueso de la capa superficial de nieve húmeda. Cuanto más húmeda sea la nieve, más probables son los aludes de fusión. Clavando del bastón podremosmedir el grueso de la capa de nieve húmeda de baja cohesión.
La pendiente: La mayorÃa de aludes se producen entre los 30 y 45º, por lo tanto en todo momento hay que tener en cuenta el intervalo de pendientes en el que nos encontramos. Ésta se puede medir de una manera sencilla con los bastones de esquÃ.
Orientación de la ladera: Hay que prestar atención a las laderas orientadas a sotavento (generalmente indicadas mediante cornisas) ya que son las que probablemente tendrán placas de viento. En caso de calor (especialmente en primavera y a partir de mediodÃa), habrá que evitar las solanas ya que son las vertientes con más probabilidad de aludes de fusión.
El relieve: Especial atención merecen las palas regulares y zonas convexas. Un terreno ondulado dificulta la formación de grandes aludes.
La vegetación: Mientras que un bosque denso es una zona segura, en un bosque clareado se pueden producir aludes.
El tiempo meteorológico puede modificar rápidamente las condiciones de seguridad durante la travesÃa. Los elementos que habrá que controlar serán:
Ejemplos de como el viendo da indicios para detectar la formación de placas de viento
Hay que circular siempre por zonas seguras:
Hay que evitar zonas potencialmente peligrosas:
ContÃuamente tendremos que estar atentos al estado de la nieve, el terreno sobre el que nos desplazamos, el tiempo meteorológico, el grupo y el horario.
 Dos ejemplos de progresiones en una vertiente peligrosa
Lo más rápido posible los compañeros tendrán que tratar de salvar a la vÃctima. Todos los miembros del grupo se pondrán el ARVA en modo de recepción mientras uno de los miembros del grupo dirige la operación desde fuera y vigila que no caigan más aludes. La búsqueda se realizará desde el punto de desaparición de la vÃctima observando a la vez los posibles indicios superficiales.
No podemos perder tiempo yendo a buscar ayuda hasta que no hayamos localizado a la vÃctima.
Es muy importante haber practicado con anterioridad el rescate con ARVA ya que en caso de accidente no hay tiempo para la improvisación.
En el siguiente esquema se puede ver como se realiza el rescate de una vÃctima por parte de sus propios compañeros (sistema de búsqueda en cruz con ARVA, PDF 96 KB).